Por las veces que te acuestas en la cama, imaginas, y multiplicas las nubes por el cielo mientras piensas en él, o en ella.
También por las veces en las que jurarías que esto no es real, y prefieres cerrar los ojos para abrir tu propio mundo.
Por las veces que piensas que quizá no todo sea como parece, y no te limitas a creer lo que tus ojos te permiten ver.
Por las ganas de imaginar y de creer. Y de crear.
Por las veces que pides un deseo por cada suspiro o cuando miras a las estrellas y piensas que ocurrirá un milagro. Y luego te ríes. Por que no hay más milagro que poder verlas cada noche iluminando este loco mundo, que va a ciegas, aunque le cegue la luz.
Por las veces que te sorprendes a ti mismo, y te haces grande, aunque te sientes pequeño.
Por las veces que imaginas. Por esas veces, las mejores, las que deberían durar para siempre-
Esas, de cuando estás en su pecho y lo oyes palpitar.
De las que estás seguro que los milagros existen, y que le tienes delante.
Esas veces, cuando imaginamos, es cuando realmente vivimos, o mejor, cuando nos llenamos de vida.
Por las veces que muchas imaginamos.
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